jueves, 4 de febrero de 2010

Provocaciones de guerra de Chavez en la frontera con Colombia.

Frontera caliente
El miércoles 27 de febrero a las 7:50 a.m., los soldados encargados de las baterías antiaéreas del cantón de la Brigada XVIII del Ejército en Arauca detectaron la presencia de un helicóptero Iraquois venezolano y de inmediato consultaron al oficial de servicio sobre si abrían o no fuego contra la aeronave que sobrevolaba sin permiso y parecía hacer maniobras de aproximación para aterrizar en esa base.

Tras segundos de reflexión, con mucha serenidad, el oficial se abstuvo de dar la orden y con ello evitó un incidente que podría haber precipitado la más grave crisis entre Colombia y Venezuela, cuyas relaciones pasan por el peor momento de la historia. Haber derribado el helicóptero habría podido causar la muerte de un diplomático francés, del gobernador del Estado de Apure y de un alto oficial de la Guardia Nacional que iban a bordo.
¿Qué pretendía la tripulación del helicóptero? ¿Fue una maniobra de provocación ideada por los servicios de Inteligencia venezolanos? De ser así, ¿por qué exponer la vida de un diplomático extranjero? Hoy, una semana después del incidente, las autoridades colombianas tienen más dudas que certezas. El propio presidente Uribe prefiere creer que se trata de un incidente más de los 180 que se han presentado desde 1990 en la frontera común de 2.219 kilómetros, aunque no cabe duda de que ha sido uno de los más graves de los 11 que han ocurrido en el último año (ver al final). "Eso pudo haber sido una distracción de los tripulantes del helicóptero", afirmó Uribe cuando la prensa internacional le preguntó sobre lo ocurrido.
Sin embargo, en los dos países han pasado desapercibidos para la opinión hechos más graves que sugieren que la intención del presidente Chávez es echarle más leña al fuego para aumentar el nivel de tensión entre los dos países. Uno de esos episodios que pasó sin mayor escándalo ocurrió entre el 17 y el 22 de diciembre pasado, cuando por orden directa del presidente venezolano un convoy de 40 tanques blindados avanzó desde Maracaibo hasta Paraguachón y se instaló en la base de Paraguaipoa, la guarnición militar más cercana a la frontera con Colombia­­ que hoy se encuentra en lo que los militares llaman "estado de alistamiento".
El emplazamiento de tanques, el más grande conocido desde cuando Chávez llegó al poder hace 11 años, se produjo en los mismos días en que desde el Palacio de Miraflores el Gobierno ordenó el relevo de todos los efectivos destacados en la frontera. Expertos consultados por CAMBIO coinciden en que, lejos de tratarse de un movimiento rutinario, ese relevo masivo significa que Chávez le está dando un enfoque exclusivamente militar al concepto de seguridad nacional. "Es más, se trata de un elemento estructural que habla de un escalamiento en la hostilidad hacia Colombia", aseguró uno de ellos.
La mano de Cuba
El Gobierno colombiano ha recibido información confiable en el sentido de que ese plan para escalar las tensiones con Colombia cuenta con la asesoría de expertos cubanos en seguridad. No en vano en uno de sus famosos Aló, Presidente, en medio de sus habituales diatribas contra la oposición y contra Colombia, Chávez hizo un anuncio que no fue comprendido en toda su dimensión por el grueso de la opinión pero que, sin embargo, cayó muy mal entre los militares: el ascenso de varios oficiales cubanos de su confianza al grado de general.
El anuncio coincidió con un informe sobre la situación de seguridad preparado por los asesores cubanos y presentado en la llamada "sala de crisis" de Miraflores, según el cual los generales venezolanos no están suficientemente comprometidos en la tarea de "contrarrestar los planes desestabilizadores urdidos por Colombia contra el presidente Chávez".
Uno de los analistas consultados por CAMBIO asegura que los cubanos tienen uno de los más eficaces servicios de Inteligencia, que se caracterizan porque siempre analizan las situaciones desde una perspectiva de conspiración. "La teoría de la conspiración que siempre han advertido en todo lo que tiene que ver con Cuba y con Fidel Castro, se la han vendido a Chávez que ve conspiraciones en todas partes".
Y fue desde esta perspectiva desde las cual el presidente Chávez analizó e interpretó el acuerdo de cooperación entre Colombia y Estados Unidos que permite el uso de siete bases colombianas por personal militar estadounidense. De ahí que Chávez haya insistido en que la intención de Washington es la de espiar y ejercer control sobre lo que sucede en Venezuela desde territorio colombiano. "La dos piezas, la de la conspiración y la de la paranoia de Chávez, casan perfectamente en el engranaje montado por Cuba", asegura una de las fuentes.
Al mismo tiempo, hay analistas que no le conceden importancia decisiva a la alianza venezolano-cubana, porque argumentan que la diplomacia de La Habana ha buscado acercar a los gobiernos de Uribe y de Chávez en varias oportunidades. Dicen también que, precisamente por la mentalidad conspirativa, hay sectores del Gobierno cubano que creen que una confrontación colombo-venezolana facilitaría la intervención yanquee y que por eso hay que evitarla. Además, las relaciones entre Chávez y Raúl Castro no son tan cercanas como las que tenía con Fidel, quien se ha retirado parcialmente del poder.
Guerra limitada
En Colombia, la interpretación que han hecho las autoridades de los incidentes en la frontera es que no se trata de episodios aislados y que algunos de los más riesgosos han sido provocados deliberadamente por mandos militares destacados en los renovados puestos de control.
Uno de ellos fue el paro de moto-taxistas que trabajan en el puente Simón Bolívar, entre Cúcuta y San Antonio en vísperas de la pasada Navidad, que fue provocado por la Guardia Nacional que decidió bloquear el paso y, además, quemó uno de los vehículos. El incidente habría podido pasar a mayores de no ser porque las autoridades de la Policía colombiana, que detectaron que la intención era provocar disturbios, dieron la orden de no intervenir. Otro fue el del 19 de noviembre de 2009: la voladura de dos puentes veredales entre las poblaciones de Ragonvalia (Norte de Santander) y Las Delicias (Táchira) para interrumpir el paso en puntos estratégicos en la frontera, también ordenado por un comando de la Guardia Nacional.
¿Cuál será el siguiente paso? Autoridades colombianas creen que será generar alteraciones del orden público en los estados fronterizos de Zulia y Táchira, cuyos gobernadores son antichavistas, con el propósito de imponer administraciones militares.
"El análisis de los diferentes incidentes evidencia el propósito de Chávez de asumir el control político y territorial de estados sobre los que no tiene dominio -le dijo a CAMBIO una fuente gubernamental-. Por eso no es extraño que las milicias de Chávez estén detrás del asesinato de ocho jóvenes futbolistas, la mayoría colombianos, previamente secuestrados en el Táchira el 24 de octubre del año pasado".
Analistas de Inteligencia sostienen que no se trata de incidentes aislados, pues tienen evidencia suficiente en el sentido de que la intención de Chávez y sus asesores cubanos es crear condiciones para lo que los militares llaman "guerra limitada". Es decir, un conflicto de poca duración que, dentro de su lógica, serviría para concitar la unidad de los venezolanos en torno al presidente Chávez, a quien cada día le es más difícil ocultar la grave crisis interna.
Por otra parte, algunos analistas del tema militar no descartan que Chávez esté siguiendo un libreto propio de la época de la Guerra Fría que consiste en una retórica belicista para mantener las tensiones, generar actos inamistosos y amenazantes como bloqueos y embargos económicos, y ejercer constante campaña de acción psicológica sobre la población para ambientar el conflicto. En este sentido, no se puede descartar que la incursión del helicóptero militar de la semana pasada haya sido una respuesta al vuelo de un supuesto avión espía estadounidense sobre Venezuela en el mes de diciembre, denunciado por Chávez.
De cualquier manera, para Colombia la confrontación militar con Venezuela sigue siendo un escenario improbable. No solo porque en vastos sectores de la Fuerza Armada del país vecino no hay ánimo belicista contra Colombia, sino porque las tropas de Chávez se encontrarían ante inmensa desventaja comparativa frente a un Ejército que, como el colombiano, tiene una mayor experiencia derivada de medio de siglo de guerra de guerrillas.
Si bien es cierto que Chávez le apuesta a la carrera armamentista y está dotando de equipos de alta tecnología a la Fuerza Aérea y a su Armada, los expertos en asuntos militares coinciden en que los procesos de entrenamiento son largos y complejos y que el entrenamiento jamás sustituye la experiencia en el combate.
Un símil, más adecuado que el de estado prebélico, es el de una guerra fría. Una versión regional de las tensiones que tuvieron durante casi medio siglo Estados Unidos y la Unión Soviética en el escenario global. Es claro que Álvaro Uribe y Hugo Chávez representan dos visiones ideológicas distintas, proyectos de gobierno divergentes y concepciones incompatibles sobre qué es la democracia, cómo buscar la integración regional y qué tipo de relaciones debe tener el hemisferio con una potencia como Estados Unidos.
Cada uno, además, considera a su contraparte un amigo de su enemigo: Uribe cree que Chávez ayuda a las Farc y Chávez piensa que Colombia es una quinta columna del imperio que conspira para derrocarlo.
En un panorama así, la serie de rifirrafes -así sea semejantes a los que se han producido toda la vida- es muy riesgosa. En una frontera tan caliente los incidentes son más peligrosos que nunca.
Incidentes sin tregua en la frontera
Desde 1990 hasta hoy se han presentado 190 incidentes en la frontera reconocidos por ambos países. El promedio de diez casos por año podría indicar que se trata de eventos normales en una frontera viva y porosa. Sin embargo, lo que ha cambiado desde que Chávez asumió el poder hace once años, es la gravedad de casa caso. Ya no se trata, como en las épocas de Carlos Andrés Pérez y de Rafael Caldera, de patrullas militares que traspasaron las líneas fronterizas y maltrataron a algún campesino. Ahora la posición hostil ha desembocado en las muertes de 21 personas desde noviembre de 2009.
Como en el caso de los ocho jóvenes colombianos integrantes de un equipo de fútbol, "Los Maniceros", asesinados en octubre junto a un venezolano y a un peruano, las víctimas han sido previamente acusadas de hacer parte de grupos paramilitares colombianos.
Ese procedimiento criminal se ha convertido no solo en el expediente al que apelan los grupos irregulares milicias chavistas, sino las propias Fuerzas Armadas. Por ejemplo, a comienzos del año pasado, dos helicópteros militares tipo Mi-176 entraron a territorio colombiano y desembarcaron en las coordenadas 08º. 51" 45' y LW72o. 44" 52' a 40 miembros de la Guardia Nacional que pretendían hacerle un juicio sumario, en su propia casa, al campesino colombiano César Ruiz y a su familia. La cercanía de una patrulla del batallón de contraguerrillas colombiano Héroes de Saraguro impidió que el incidente hubiese tenido un desenlace trágico.
En relación con el bloqueo comercial pretendido por Chávez, los incidentes suman nueve durante los últimos tres meses.

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