María Teresa Romero // Chile: nuevo enemigo
Espero que el empresario presidente no caiga en el trillado juego chavista
En el marco de la creciente y desesperada ola de ofensas y agresiones de Hugo Chávez hacia los gobiernos democráticos del continente, porque ya no sabe qué hacer para que sus cada día más menguados seguidores sigan creyendo que la culpa de su pésima gestión gubernamental y de la debacle venezolana es de EEUU y otros enemigos externos (hasta Holanda ha caído en la lista), no dudemos que pronto arremeterá contra el recién presidente electo de Chile. Es que Sebastián Piñera es un enemigo perfecto: es un hombre blanco de derecha (y lo dice y acepta sin tapujo alguno); millonario (más que él y su amigo Fidel los mayores "pobres" ricachones y corruptos de la región); ha osado criticar el estado de la democracia chavista; y mantiene claras posturas geoestratégicas, las cuales acercarán aún más a Chile a las políticas de EEUU, Brasil y Colombia, y lo distanciarán de las del ALBA. De modo que pronto veremos a nuestro militar recién declarado marxista lanzándole insultos. Si lo hizo con la tan moderada y socialista Michelle Bachelet por el sólo hecho de liderar una Cumbre de Líderes Progresistas en su país, junto con el vicepresidente de EEUU, Joseph Biden, y el premier británico, Gordon Brown, ¿qué no le espetará a Piñera? De entrada, Chávez podría atacar al nuevo Mandatario desde dos flancos: el multilateral, a causa del diferendo marítimo entre Chile y Bolivia, el cual ya le valió un llamado de atención de la presidenta Bachelet solicitándole no intervenir en un asunto que no es de su incumbencia. Y desde el lado bilateral, por los reclamos que viene haciendo la cancillería chilena al gobierno venezolano por los US$80 millones que le adeuda a unas 50 firmas chilenas que han hecho negocios en el país. Entre ellas, se encuentra LAN Chile cuyo dueño es precisamente Sebastián Piñera. Espero que el empresario presidente no caiga en el trillado juego chavista. Un impasse diplomático bilateral no sólo pondría en riesgo las inversiones chilenas en Venezuela de unos US$1.000 millones, sino también el liderazgo de centroderecha democrático que debería construir tanto en su país, como en América Latina.
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