espionaje para Cuba
El cubanoamericano Alberto Coll (der.) recibe respaldo de su colega David Kaiser en junio del 2005.
El cubanoamericano Alberto Coll (der.) recibe respaldo de su colega David Kaiser en junio del 2005.
Alberto Coll, un cubanoamericano que perdió su importante empleo en el Colegio de la Marina de Guerra después de ser convicto de mentir sobre un viaje a La Habana, también fue investigado por espionaje, según un documento del Buró Federal de Investigaciones (FBI).
Coll nunca estuvo acusado de espionaje, y siempre ha negado haber hecho nada indebido aparte del viaje del 2004, que según él declaró fue para ver a una tía enferma. Su abogado admitió que había ido a visitar "a una novia''.
Cinco años después del viaje, el Departamento de Justicia se niega a revelar los detalles de la investigación de Coll, quien llegó a ser subsecretario adjunto del Departamento de Defensa a principios de la década de 1990, diciendo que esa documentación está clasificada como secreta.
En respuesta a una petición del The Miami Herald de todos los documentos de su caso que tiene el FBI, un funcionario de dicha agencia escribió una declaración el 25 de agosto explicando por qué los documentos estaban clasificados como secretos.
"Específicamente, la investigación enfocó espionaje y censura en violación 18 U.S.C. 793, declaraciones fraudulentas y falsas en violación de 18 U.S.C. 1001 y la ley de registración extranjera'', dijo David M. Hardy, jefe de la Sección de Archivos y Diseminación de Información de la División de Manejo de Archivos de la jefatura del FBI.
La "ley de registro de extranjería'' requiere que los agentes de gobiernos extranjeros se registren con el Departamento de Estado, y a veces se utiliza para acusar espías. Hay muy pocas personas que hayan sido acusadas alguna vez simplemente por viajar ilegalmente a Cuba.
Coll le dijo al The Miami Herald en una entrevista telefónica el miércoles que estaba al tanto de cómo comenzaron las investigaciones sobre sus acciones, pero insistió en que no hizo otra cosa que mentir con respecto al viaje.
"Hemos sabido que ése es el tipo de investigación que inició el gobierno'', dijo Coll. "En el caso de Cuba, el gobierno de Estados Unidos lo investiga todo, incluyendo la posibilidad de espionaje . . . Es obvio que finalmente no hubo evidencia alguna''.
Coll, que nació en Cuba en 1955 y vino a Estados Unidos en 1969, fungió como subsecretario adjunto de Defensa para operaciones especiales y conflictos de poca intensidad bajo el presidente George H. Bush, y después como jefe del Departamento de Estudios Estratégicos en el Colegio de la Marina de Guerra en Rhode Island. En ambos puestos tenía alta clasificación en materia de acceso a secretos.
El 7 de junio del 2005 se declaró culpable de haber mentido sobre su viaje a Cuba. Fue sentenciado a un año de libertad condicional y una multa de $5,000. Abandonó el Colegio de Guerra y ahora enseña en el Colegio de Derecho de la Universidad DePaul, en Chicago.
Aunque se le consideraba conservador cuando trabajaba en el Pentágono, mientras estuvo en el Colegio de Guerra frecuentemente abogó por un mejoramiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Después de su convicción, siguió argumentando a favor de moderar o quitar por completo las sanciones impuestas por Washington a la isla.
Un mes después de su condena el The Miami Herald planteó una petición bajo la Ley de Libertad de Información de todos los documentos que tuviera el Departamento de Justicia relacionados con su caso. Justicia contestó que no se podía entregar ningún documento debido al derecho de Coll a su privacidad.
El periódico planteó una demanda en la corte federal en Miami sosteniendo que los documentos eran parte de una investigación que debe hacerse pública; que el derecho de Coll a su privacidad es menor porque sus trabajos de gobierno y activismo en lo tocante a Cuba lo convierten en una figura pública; y que la investigación está relacionada con su posición como figura pública.
El Departamento de Justicia le entregó varios documentos al juez Adalberto Jordán el año pasado, pero pidió que se mantuvieran sellados para que él revisara cuáles o cuáles partes podían hacerse públicos. Y el 25 de agosto Justicia emitió un memorando dando toda una serie de razones por las que ninguna parte de los documentos debía hacerse pública.
Entre esas razones estaba la necesidad de proteger la privacidad de Coll y de otros: "El interés de la seguridad nacional o de la política exterior; reglas internas de personal y prácticas de una agencia de gobierno; fuentes e información confidencial; técnicas y procedimientos de investigaciones policíacas y encausamientos; archivos médicos y de personal''.
"A falta de mala fe, o alguna otra señal enfática de que ha habido un abuso de discreción, la corte no debe contradecir el juicio de la agencia de gobierno'', añadió el memorando.
En un libro publicado en el 2006, el escritor de The Washington Times, Bill Gertz, describe a Coll como "aparente espía'' y dice que ciertos funcionarios le dijeron creer que Coll fue "reclutado'' por Cuba.
Pero su libro Enemies; How America's Foes are Stealing Our Vital Secrets and How We Let It Happen (Enemigos: cómo los adversarios de Estados Unidos se roban nuestros secretos vitales y cómo nosotros lo permitimos) no ofrece ninguna evidencia y no dice que Coll haya filtrado ningún secreto.
El FBI tiene una labor que realizar [. . .]. investigar alegaciones extremas, escandalosas'', dijo Francis Flanagan, el abogado defensor de Coll en Rhode Island. "Simplemente, si se investiga a alguien por asesinato y no se le halla culpable, se le llama inocente''.
Coll nunca estuvo acusado de espionaje, y siempre ha negado haber hecho nada indebido aparte del viaje del 2004, que según él declaró fue para ver a una tía enferma. Su abogado admitió que había ido a visitar "a una novia''.
Cinco años después del viaje, el Departamento de Justicia se niega a revelar los detalles de la investigación de Coll, quien llegó a ser subsecretario adjunto del Departamento de Defensa a principios de la década de 1990, diciendo que esa documentación está clasificada como secreta.
En respuesta a una petición del The Miami Herald de todos los documentos de su caso que tiene el FBI, un funcionario de dicha agencia escribió una declaración el 25 de agosto explicando por qué los documentos estaban clasificados como secretos.
"Específicamente, la investigación enfocó espionaje y censura en violación 18 U.S.C. 793, declaraciones fraudulentas y falsas en violación de 18 U.S.C. 1001 y la ley de registración extranjera'', dijo David M. Hardy, jefe de la Sección de Archivos y Diseminación de Información de la División de Manejo de Archivos de la jefatura del FBI.
La "ley de registro de extranjería'' requiere que los agentes de gobiernos extranjeros se registren con el Departamento de Estado, y a veces se utiliza para acusar espías. Hay muy pocas personas que hayan sido acusadas alguna vez simplemente por viajar ilegalmente a Cuba.
Coll le dijo al The Miami Herald en una entrevista telefónica el miércoles que estaba al tanto de cómo comenzaron las investigaciones sobre sus acciones, pero insistió en que no hizo otra cosa que mentir con respecto al viaje.
"Hemos sabido que ése es el tipo de investigación que inició el gobierno'', dijo Coll. "En el caso de Cuba, el gobierno de Estados Unidos lo investiga todo, incluyendo la posibilidad de espionaje . . . Es obvio que finalmente no hubo evidencia alguna''.
Coll, que nació en Cuba en 1955 y vino a Estados Unidos en 1969, fungió como subsecretario adjunto de Defensa para operaciones especiales y conflictos de poca intensidad bajo el presidente George H. Bush, y después como jefe del Departamento de Estudios Estratégicos en el Colegio de la Marina de Guerra en Rhode Island. En ambos puestos tenía alta clasificación en materia de acceso a secretos.
El 7 de junio del 2005 se declaró culpable de haber mentido sobre su viaje a Cuba. Fue sentenciado a un año de libertad condicional y una multa de $5,000. Abandonó el Colegio de Guerra y ahora enseña en el Colegio de Derecho de la Universidad DePaul, en Chicago.
Aunque se le consideraba conservador cuando trabajaba en el Pentágono, mientras estuvo en el Colegio de Guerra frecuentemente abogó por un mejoramiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Después de su convicción, siguió argumentando a favor de moderar o quitar por completo las sanciones impuestas por Washington a la isla.
Un mes después de su condena el The Miami Herald planteó una petición bajo la Ley de Libertad de Información de todos los documentos que tuviera el Departamento de Justicia relacionados con su caso. Justicia contestó que no se podía entregar ningún documento debido al derecho de Coll a su privacidad.
El periódico planteó una demanda en la corte federal en Miami sosteniendo que los documentos eran parte de una investigación que debe hacerse pública; que el derecho de Coll a su privacidad es menor porque sus trabajos de gobierno y activismo en lo tocante a Cuba lo convierten en una figura pública; y que la investigación está relacionada con su posición como figura pública.
El Departamento de Justicia le entregó varios documentos al juez Adalberto Jordán el año pasado, pero pidió que se mantuvieran sellados para que él revisara cuáles o cuáles partes podían hacerse públicos. Y el 25 de agosto Justicia emitió un memorando dando toda una serie de razones por las que ninguna parte de los documentos debía hacerse pública.
Entre esas razones estaba la necesidad de proteger la privacidad de Coll y de otros: "El interés de la seguridad nacional o de la política exterior; reglas internas de personal y prácticas de una agencia de gobierno; fuentes e información confidencial; técnicas y procedimientos de investigaciones policíacas y encausamientos; archivos médicos y de personal''.
"A falta de mala fe, o alguna otra señal enfática de que ha habido un abuso de discreción, la corte no debe contradecir el juicio de la agencia de gobierno'', añadió el memorando.
En un libro publicado en el 2006, el escritor de The Washington Times, Bill Gertz, describe a Coll como "aparente espía'' y dice que ciertos funcionarios le dijeron creer que Coll fue "reclutado'' por Cuba.
Pero su libro Enemies; How America's Foes are Stealing Our Vital Secrets and How We Let It Happen (Enemigos: cómo los adversarios de Estados Unidos se roban nuestros secretos vitales y cómo nosotros lo permitimos) no ofrece ninguna evidencia y no dice que Coll haya filtrado ningún secreto.
El FBI tiene una labor que realizar [. . .]. investigar alegaciones extremas, escandalosas'', dijo Francis Flanagan, el abogado defensor de Coll en Rhode Island. "Simplemente, si se investiga a alguien por asesinato y no se le halla culpable, se le llama inocente''.
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