sábado, 11 de julio de 2009

ECONOMIA PETROLERA DEL CARIBE




Caracas: cara y difícil


La foto arriba fue sacada en el 1985 desde mi departamento en el edificio Oasis, en el barrio de San Bernardino, Caracas, Venezuela.
Una zona muy centrica cerca del centro de la ciudad y desde la terraza se
observaba el Monte del Avila, monta~na centro de la geografia caraque~na.
¿Qué es lo que hace que la gente viva aquí? Es un hecho: la capital está en el cuadro de honor de las ciudades más caras. Hay, sin embargo, una brecha entre el costo y la calidad de los servicios.
Los urbanistas resaltan el lujo y la miseria que siempre ha habido entre Petare y El Hatillo, Caricuao y el Country. Caracas es hoy la ciudad más cara de Latinoamérica y sus apartamentos casi cuestan igual que los de París (Kisaí Mendoza)
Los paquetes de pasta más caros del mundo después de Tokio y la gasolina más barata sólo se hallan en Caracas. Son las paradojas de una economía que la semana pasada presentó a la capital de la República Bolivariana de Venezuela en el puesto número 15 de la lista de ciudades con mayor costo de vida, que publica todos los años la firma internacional Mercer. En cuestión de un año, la urbe escaló 74 peldaños desde el puesto 89. No sólo está en el cuadro de honor de las más caras, sino que ha llegado a ubicarse por encima de Londres, Miami y Tel Aviv... A pesar de que un boleto de metro sólo sale en 0,3 dólares al cambio oficial, un combo de hamburguesas cuesta 10,01. Algo que tan sólo superan -por menos de un dólar- las franquicias establecidas en Oslo, Ginebra y Zúrich. "Si usted vive en Caracas, seguramente ya lo sabe. La capital de Venezuela es la más costosa para vivir en Suramérica, según datos revelados por la consultora Mercer". Es lo que dijo la revista América Economía en su edición electrónica de la semana pasada, para empezar a enumerar las distorsiones del mercado venezolano. Y aunque hace tiempo que la inflación dejó de ser primicia nacional, otro estudio de la misma firma, con datos recabados entre septiembre y noviembre de 2008, advierte que la ciudad bajó cuatro peldaños, para ubicarse en el puesto 156 del índice que mide la calidad de vida de los principales centros urbanos del planeta. Salvo Moscú, no hay urbe en el mundo como Caracas, con una brecha tan grande entre la calidad y el costo de sus servicios. Es la crónica de un hecho anunciado, concluyen en los círculos de los economistas. Para nadie es secreto que los controles oficiales y los altos índices de inflación han decantado en una serie de distorsiones, que hacen que tomarse un café frente al Ávila sólo puede ser más barato en algunas ciudades de China, Francia, Japón y Rusia, a pesar de que este es un país con cultivos cafetaleros. "La inflación es una tasa acumulativa y en el último período de tres o cuatro años es -de lejos- al menos de 120%", recuerda el director de Datanálisis, Luis Vicente León. Por su parte, el doctor en Economía Política y profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), José Manuel Puente, añade que además de la inflación, la suma de los controles y las regulaciones han detenido la producción nacional: "En los últimos cuatro años se ha producido un abaratamiento relativo de los bienes importados en relación con los nacionales, lo cual refleja la brecha que hay entre la baja tasa de inflación internacional con respecto a la interna y al mantenimiento del tipo de cambio en 2,15", explica. La inflación del año pasado cerró en 30,9%. Si bien el presidente de la República, Hugo Chávez, admitió el pasado 14 de enero que es la mayor de Latinoamérica, también dejó claro que el método de medición no incluye a Mercal ni al resto de la red de distribución de alimentos a bajo costo. En los círculos del Gobierno no niegan lo cara que es Caracas, pero las razones varían de acuerdo con el cristal que se miren las variables. El miembro fundador de la Asociación Bolivariana de Economía Socialista, Alfonso Álvarez, enumera factores cómo la sobrepoblación por metro cuadrado, la concentración de capitales y la cultura del consumismo. "Los comerciantes generan distorsiones para lograr ganancias, eso se ve por ejemplo en la existencia de productos saborizados o preparados", declaró esta semana a la Agencia Bolivariana de Noticias. "Pero Buenos Aires, por ejemplo, es mucho más cosmopolita, sifrina y capitalista que Caracas, y no es tan cara", acota el urbanista Marco Negrón, ahora encargado del Instituto de Urbanismo de la Alcaldía Metropolitana. La inflación, a su juicio, se suma a una escasez de alternativas y políticas urbanas. Es verdad que Mercal hace todo más barato y que Venezuela cuenta con el salario mínimo más alto de la región. Pero las cifras de Datanálisis dicen que 48% de los venezolanos ni llegan a los puntos de Mercal y Pdval. Por eso para Luis Vicente León, el estudio de Mercer resulta un buen mecanismo para advertir que la inflación de la clase media va por encima de la que publica el Banco Central de Venezuela. Encanto o masoquismo... La encuesta de Mercer abarca 143 ciudades en los seis continentes y mide los costos comparativos de más de 200 productos y servicios como vivienda, transporte, alimentos, ropa y entretenimiento. "Esta es la encuesta más completa a nivel mundial sobre el costo de vida y se emplea para ayudar a las empresas multinacionales y gobiernos a determinar las ayudas por diferencial en el costo de vida para sus empleados expatriados", dice la revista América Economía. Mercer ubica a Nueva York como ciudad base con 100 puntos, y a partir de ese parámetro compara las fluctuaciones de tipos de cambio bajo la base del dólar estadounidense. Es así como los 143,7 puntos que Tokio sacó este año le dan la medalla de oro. Para vivir al mismo nivel, en la capital japonesa necesitan tres veces más dinero que en Johannesburgo, la metrópolis más barata. Por su parte, el índice de calidad de vida de la misma firma, que fue medido en otro momento, toma en cuenta factores que van desde la estabilidad política, los servicios bancarios, sanitarios y de educación, hasta la criminalidad, el clima y la cantidad de viviendas. Así es como en tiempos del socialismo del siglo XXI, la capital del país se presenta ante el mundo con un metro cuadrado más barato que el de Oslo y Zúrich y, por poco, casi al nivel de París. ¿Qué es lo que hace entonces que la gente viva aquí? "Hay un encanto, un masoquismo o sencillamente no tenemos a dónde ir", responde Marco Negrón, sorprendido por el lujo y la miseria que siempre ha habido entre una y otra zona. Es difícil precisar los conectores que amarran al caraqueño a su ciudad. El economista José Manuel Puente supone que la gente todavía apuesta a razones emocionales y al hecho de que Venezuela sigue siendo una mina para hacer negocios. Pero de algo está más seguro aún: "Caracas no siempre fue tan poco amigable; en los últimos 20 años ha habido un gran vendaval y el reto de los ciudadanos es recuperar la seguridad, la infraestructura, los buenos salarios en dólares y esa tolerancia que abrió las puertas a tantos inmigrantes, entre los que destacaron intelectuales como Gabriel García Márquez e Isabel Allende". Precisamente en su libro Paula, Allende retrata a la Venezuela de los años setenta como un paraíso petrolero, en el que el dinero y el Caribe armaron fiesta: "Caracas en 1975 era alegre y caótica, una de las ciudades más caras del mundo. Brotaban por todas partes edificios nuevos y anchas autopistas, el comercio exhibía un derroche de lujos(...), las calles estaban permanentemente atochadas por millares de vehículos (...) las mujeres iban los fines de semana de compras a Miami y los niños consideraban un viaje anual a Disneyworld como un derecho natural"... No es la primera vez que Venezuela aparece en la lista de países con mayor costo de vida. Los ranchos, las colas y los controles cambiarios tampoco son nuevos. Los economistas coinciden en que todo forma parte de la vieja cultura rentista de este país petrolero. Nunca antes, sin embargo, se habló de 50 personas menos cada fin de semana o de un déficit habitacional que, según la Cámara de la Construcción, alcanza los 2 millones de unidades habitacionales en todo el país. Las cifras que Datanálisis publicó en marzo indican que 43% de los venezolanos no descartan la idea de emigrar. "Hay gente que no se va porque no tiene opciones", señala Luis Vicente León. "También porque hay un reparto de la renta; porque aquí hay un clima absolutamente incomparable, y, porque los arraigos familiares son muy fuertes". Son muchos los factores y nada es blanco o negro. "Hay riesgo y miedo a invertir, pero también es un lugar para hacer dinero; las distorsiones de la economía son la madre de las ganancias excedentarias", concluye.

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