sábado, 30 de octubre de 2010

Opiniones de un comunista argentino en retiro en Miami Beach.

Verdades incómodas, memorias de un viejo comunista argentino.

En entrevista hecha la semana pasada, el ex dirigente político argentino Ismael Viñas cuestiona con dureza algunos iconos de la izquierda latinoamericana y no teme quedar en minoría. Tiene un consejo para Hugo Chávez: "Si quiere pasar a la historia, debe actuar como un buen político burgués"

Durante el proceso a Antonio Gramsci, Benito Mussolini dijo que había ordenado encarcelar al líder comunista pues “es necesario evitar que su cerebro continúe pensando”. Pero Gramsci siguió pensando desde la cárcel, pensando en contra del sentido común y de consignas que estaban llevando a la destrucción a la clase obrera italiana.

El lema de Gramsci era: “La verdad es siempre revolucionaria”, y por lo tanto, nadó contra la corriente de lemas y frases hechas heredadas de un marxismo crecientemente anquilosado por el estalinismo.

Aunque no se declare discípulo de Gramsci, Ismael Viñas es lo más parecido a un Gramsci que ha dado la Argentina. En un país cuya mayor expresión de anquilosamiento marxista fue el partido Comunista liderado durante décadas por Victorio Codovila, y donde la izquierda foquista reemplazó ese anquilosamiento marxista abrevando en las consignas de la Revolución Cubana o de la Revolución China –y aceptando acríticamente sus postulados–, Ismael Viñas fue elaborando propuestas políticas para una Argentina que no era Cuba, que no era China, que no era la Unión Soviética.

Primero desde el Movimiento de Liberación Nacional en la década del sesenta, más tarde desde Acción Comunista a comienzos de la década del setenta, y posteriormente desde su exilio, como resultado del golpe militar de 1976, Viñas se ha dedicado, con empecinada lucidez, a analizar los errores de la izquierda latinoamericana y a ofrecer alternativas.

Cofundador con su hermano, el novelista David Viñas, de la mítica revista Contorno, que apareció en las postrimerías del peronismo, Ismael Viñas analizó luego durante casi medio siglo el papel de la izquierda en Argentina y en Latinoamérica en libros como Orden y Progreso: la era del Frondicismo; Tierra y clase obrera; La liberación nacional; Lumpenburguesías; La nueva etapa del imperialismo; Acerca de la globalización.

En el ínterin, inició serias polémicas detestadas en años anteriores por los exclusivos partidarios de la lucha armada, y ahora por aquellos deslumbrados con la parafernalia de un socialismo del Siglo XXI que parece haber sido monopolizado por bufones.

En una reciente conversación en su espaciosa casa de North Miami Beach, acompañado de su perro y de su gato, y de múltiples fotos familiares, entre las que resalta la de su madre, esa formidable judía llamada Esther Porter, destacada protagonista en las huelgas de la Patagonia que concluyeron con la matanza de 1.200 obreros, Viñas desmenuzó buena parte de la historia política del siglo XX en la Argentina y en América Latina.

Con serenidad, con amable ironía, con devastadora franqueza, analizó los avatares de una izquierda que osciló entre el reformismo y la lucha armada.

QUIMERAS
Cuando le preguntamos si existe un socialismo del siglo XXI encarnado por Hugo Chávez y algunos de sus aliados como Evo Morales, Rafael Correa o Daniel Ortega, Ismael Viñas larga una sonora carcajada.

–¿Qué diablos es ese socialismo del siglo XXI? ¿Qué cosa parecida al socialismo se puede hacer en un país como Venezuela? Yo escribí hace poco un artículo, que pensaba enviar a un diario, proponiéndole a Chávez que fuese un buen gobernante burgués. Se pueden hacer tantas cosas en Venezuela… En cambio, Chávez insiste en propuestas absurdas, como esas de que todo militante revolucionario debe leer a Rosa Luxemburgo. Ignoro si Chávez ha leído a Rosa Luxemburgo, una teórica de enorme envergadura, pero muy difícil de entender. Bueno, pero aparte de eso, señalaba en mi artículo que Venezuela es un país que posee una enorme riqueza gracias al petróleo. ¿Por qué, en lugar de comprar 100.000 fusiles en Rusia, para armar milicias, Chávez no va a haciendo algo a favor de sus compatriotas? ¿Por qué no gobierna como un buen burgués? Y cuando hablo de ser un buen burgués, estoy aludiendo a hacer una reforma agraria decente, producir alimentos, levantar fábricas, preocuparse por tener servicios de agua y de electricidad de calidad, reducir drásticamente el desempleo. Si hiciera eso, Chávez podría pasar a la historia como un buen gobernante. En cambio, ha decidido hacer el socialismo del siglo XXI y no puede siquiera evitar que se pudran los alimentos que está importando. Además, es un ser totalmente impredecible. No creo que un solo venezolano pueda pronosticar lo que hará Chávez mañana. Así no se construye el futuro de un país.

En cuanto al presidente de Bolivia Evo Morales, Viñas lo considera “Un presidente legítimo, con una mayoría real, que incurre en actos incomprensibles, como patear las partes pudendas a un rival en un partido de fútbol. Y Bolivia sigue teniendo un problema con Santa Cruz, una provincia con fuertes tendencias separatistas. Por supuesto, Morales tiene una mayoría absoluta, pero en el altiplano. Y ocurre que Santa Cruz es la única parte productiva de Bolivia, junto con cierta parte del Beni. No dudo que la mayoría de los santacruceños estén dispuestos a unirse a Brasil”.

MECADOS PARALELOS
Para Viñas, hay mercados regionales y mercados regionales. De un lado, un proyecto de envergadura, como el Tratado de Libre Comercio. Del otro, el proyecto del zorro libre en el gallinero libre: Mercosur.

–México, Estados Unidos y Canadá conforman un mercado regional de importancia. El Tratado de Libre Comercio permite un intercambio real de productos. Pero me pregunto qué están esperando los dirigentes de Mercosur: ¿Qué Brasil se los coma a todos? ¿Qué intercambio puede haber entre Bolivia, Paraguay, Brasil y Argentina? ¿Yerba mate contra yerba mate? ¿La yerba mate de Paraguay versus la yerba mate de Brasil? ¿El canje de la yerba mate por la soja? El único país importante de la región a nivel económico, aparte de Brasil es la Argentina. Y la Argentina es un país desinflado. Basta ver a sus gobernantes, Néstor y Cristina Kirchner. Tal vez sigan alternándose en el poder. ¿Quién va a ser el próximo candidato de los Kirchner, Néstor o Cristina? Eso habla de un país en decadencia. En la Argentina sólo perduran los mitos. Existe el mito de que durante la primera presidencia de Juan Perón, Argentina era una potencia. Muchos dicen que esa época era mejor. Por cierto que lo era. Veamos lo que ocurre en la actualidad. Hay desamparados viviendo y durmiendo en la Avenida de Julio, una de las principales de Buenos Aires. Eso no ocurría en la época de Perón. Había por supuesto miseria, pero nunca se alcanzaron en la Argentina los grados de miseria de la actualidad. Se ha reducido el poder de los sindicatos, y lo que ahora parece predominar es el lumpenaje. Yo no veo ningún proyecto político en los Kirchner. Es un gobierno que se pelea con el sector rural, o que aconseja comer cerdo porque es un afrodisíaco.

RECUERDOS DE LA REVOLUCIÓN
Viñas conoció muy bien al Che Guevara.
–La madre, Celia, estaba afiliada a mi organización, el Movimiento de Liberación Nacional. Celia era una mujer de una increíble valentía. Una vez estaba hablando en público y unos provocadores le arrojaron una granada de gas. Ella recogió la granada y se la devolvió a esos tipos. En cuanto al Che, lo vi por primera vez en Bolivia, previo a su ahora mítico viaje en motocicleta. Su proyecto no era hacer la revolución. Él iba a trabajar para el gobierno de Rojas Pinilla, como médico. Recuerdo que cuando nos contó, a mí y al abogado Ricardo Rojo, que se iba a Colombia, le preguntamos si estaba loco. ¿Cómo es que se iba a trabajar para la dictadura de Rojas Pinilla? Y lo convencimos. En esa oportunidad le mencionamos a un tipo “medio locatelli”, un caudillo caribeño que andaba armando una revolución, y le aconsejamos que se fuera a trabajar con él. El caudillo medio locatelli era Fidel Castro. El Che nos hizo caso.

LA ESTATURA DEL CHE
Luego del triunfo de la Revolución Cubana, Viñas dialogó en varias oportunidades con el Che Guevara.

–Es increíble cómo el Che creció en mi imaginación entre nuestro encuentro en Bolivia y nuestro reencuentro –señala. –Recuerdo que lo fui a visitar a una casa. Golpeé la puerta, y miré hacia arriba, esperando ver a un gigante. El había crecido en mis adentros. Pero el Che medía cerca de un metro setenta. Y yo mido un metro ochenta, y le llevaba una cabeza. Tuve que bajar la vista para encontrarme con el Che. Bueno, tuvimos una larguísima conversación. Y recuerdo que en esa ocasión me dijo cosas muy penosas. Me dijo, por ejemplo: “¿Sabes para qué sirve la izquierda después de la revolución? Para hacer purgas”. Porque el Partido Comunista de Cuba, que no había participado en la revolución, fue adquiriendo poder, y se dedicaba a purgar gente. El Che era en esa época ministro de Industrias, y ya había comenzado a tener conflictos. Y me contó que pensaba irse a Bolivia, como paso preliminar para tomar el poder en Argentina. Le pregunté si había visto el mapa de Argentina. Me dijo que no entendía mi pregunta. Le dije entonces: “Supongamos que tomas el poder en Bolivia. Y luego organizas una guerrilla para entrar en la Argentina. De La Paz a Buenos Aires hay unos cuatro mil kilómetros. Vas a tener que transportar tus combatientes en camiones. ¿Cómo van a hacer los combatientes para llegar a Buenos Aires sin ser destruidos por la fuerza aérea argentina?” El Che me preguntó si le estaba tomando el pelo. Le dije que lo pensara mejor. Que la Argentina no era Cuba. Y aunque no conocía mucho a Bolivia, al menos podía darle un dato: en la frontera entre Argentina y Bolivia, el Movimiento Nacionalista Revolucionario había hecho la reforma agraria. Los campesinos eran dueños de la tierra. “Si inicias allí la guerrilla, los campesinos te van a denunciar”, le advertí. Y fue justamente en esa zona donde el Che inició la guerrilla. Y por supuesto, los campesinos lo denunciaron. Siempre pensé que el Che tenía tendencias suicidas. Basta leer sus diarios.

CUANDO FIDEL ERA BUENO
–También conocí a Fidel Castro por la misma época –dice Viñas. –Un líder muy simpático, muy atractivo, muy carismático. Lo conocí cuando todavía era “bueno”. Todavía no se había declarado comunista. La desgracia de Fidel fue no jubilarse cuando cayó la Unión Soviética. Si lo hubiera hecho, hoy sería un héroe. ¿O acaso quiere hacer una revolución chavista en Cuba? Por supuesto, al principio era lógico que Fidel se apoyara en la Unión Soviética. ¿Qué otra salida tenía? De lo contrario, Estados Unidos se lo hubiera comido vivo. Hubiera lanzado cuatro, diez invasiones, hasta sacarlo del poder. Pero después, cuando se vino abajo la Unión Soviética ¿para qué siguió en el poder? Ahora Cuba es una dictadura latinoamericana más. No tiene sentido. Es muy triste decirlo. Pues al principio, todos en la izquierda fuimos castristas. A veces no tenemos idea de cómo la historia de los pueblos se conmueve por lo que ocurre en otra parte. Nadie puede imaginar qué emociones despertaban en las primeras décadas del siglo XX los soviets, la Revolución Rusa, Lenin. Todo eso estaba en la boca de todo el mundo. Los sindicatos no querían otra cosa que conquistar el poder. Muchos obreros creían que la Revolución estaba ahí, a la vuelta de la esquina. Y, con marcadas diferencias, algo así ocurrió con la Revolución Cubana.

LA VANIDAD, HERMANO, LA VANIDAD
Con el gobierno del líder chileno Salvador Allende, tanto Viñas como su organización, el Movimiento de Liberación Nacional, mantuvieron “una relación digamos institucional”.

Pero mucho antes del golpe del 11 de septiembre, había gran inquietud en sectores de la izquierda argentina por el rumbo que estaba tomando Allende.

–Recuerdo que una de nuestras dirigentes, Susana Fiorito –dice Viñas– viajó a Chile señalando nuestra alarma por lo que estaba ocurriendo. Temíamos un golpe militar. Todo el proyecto de Allende nos parecía una locura. ¿Quería hacer acaso una revolución desde arriba, secundado por el ejército chileno, uno de los más reaccionarios del continente? Y las decisiones de Allende no parecían atinadas. Fue él quien nombró a Augusto Pinochet como jefe del Ejército. Es como si hubiera elegido a su verdugo.

Por lo menos el general Prats, predecesor de Pinochet, era democrático. Allende cometió graves errores. Cuando alguien exhibe ante las masas reunidas al pie del Palacio de La Moneda el arma del Che que le regaló Fidel, debe estar seguro de que los que están abajo tienen con qué defenderse. No siendo así, se condena a todo un pueblo a morir bajo las botas de la dictadura por el deleite de un instante de vanidad.

Ahora bordeando los 86 años de edad, Ismael Viñas sigue escribiendo. En la actualidad prepara sus memorias, mientras sigue polemizando y diciendo verdades incómodas. “A mí edad”, dice, “estoy en cierto modo jubilado, pero nunca de la revolución”.

OPINIONES IMPOPULARES
He aquí algunos comentarios de Ismael Viñas sobre líderes de América Latina:

Hugo Chávez: “Es un ser totalmente impredecible. No creo que un solo venezolano pueda pronosticar lo que hará Chávez mañana. Así no se construye el futuro de un país”.

Evo Morales: “Un presidente legítimo, con una mayoría real, que incurre en actos incomprensibles, como patear las partes pudendas a un rival en un partido de fútbol”.

Ernesto Che Guevara: “En una ocasión me dijo cosas muy penosas. Me dijo, por ejemplo: ¿Sabes para qué sirve la izquierda después de la revolución? Para hacer purgas”.

Fidel Castro: “La desgracia de Fidel fue no jubilarse cuando cayó la Unión Soviética. Si lo hubiera hecho, hoy sería un héroe. ¿O acaso quiere hacer una revolución chavista en Cuba?”

Salvador Allende: “Cometió graves errores. Cuando alguien exhibe ante las masas reunidas al pie del Palacio de La Moneda el arma del Che que le regaló Fidel, debe estar seguro de que los que están abajo tienen con qué defenderse. No siendo así, se condena a todo un pueblo a morir bajo las botas de la dictadura por el deleite de un instante de vanidad”.

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