martes, 25 de mayo de 2010

La Argentina en su Bi-Centenario.


Argentina: bicentenario de una patria contradictoria
El bicentenario lo tiñó todo de celeste y blanco: Argentina celebra a pura bandera los 200 años de la Revolución de Mayo, puntapié inicial de su proceso independentista de España.
Flamean en las calles y los autos, en escarapelas sobre las solapas ciudadanas, en escenarios armados en varias ciudades del país para cuatro días de festejos.
A ratos expresión de patriotismo efímero, otras veces fenómeno de mercado: el bicentenario ha dado excusa para un buen marketing de toda clase de productos, desde festivales artísticos y exposiciones científicas hasta cremas para el cuerpo, vinos y golosinas.
Lo cierto es que la fecha patria ha servido también para una reflexión sobre la sociedad construida en estos dos siglos desde aquella revolución radical, cuando en el Cabildo de Buenos Aires se decidieron los lineamientos del primer gobierno criollo.
Vea:clic Cómo son (o dicen que son) los argentinos

El bicentenario ha dado excusa para el mercadeo de toda clase de productos.
"Lo que fue realmente novedoso fue el proceso revolucionario como tal, el pasaje de una colonia a una comunidad basada en la soberanía popular, donde la propia sociedad pasó a legitimar el poder sin depender de factores externos", le señala a BBC Mundo la historiadora Hilda Sábato, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Desde entonces, el devenir político ha moldeado también el "ser argentino" que, con motivo del Bicentenario, está bajo la lupa. Lo que está en marcha, desde los medios de comunicación o las charlas de café, se parece bastante a una disección del ADN de una sociedad profundamente crítica de sí misma.
¿Con qué resultados? Inciertos. Tanto como las marchas y contramarchas de la historia: los relevamientos concluyen que los argentinos son básicamente contradictorios. Casi indefinibles.
Sociedad al diván
Una encuesta realizada por la consultora Graciela Römer & Asociados y el diario Clarín pone en porcentajes lo que los ciudadanos expresan sin rigor científico: por cada uno que afirma que los argentinos son generosos (51%) habrá otro que los califica de egoístas (44%).

Según los expertos, la argentinidad está ahora asociada al espectáculo y al fútbol.
Así, la sociedad se ve a sí misma como mentirosa y confiable, improvisada y previsora, nostálgica o alegre, racional y emotiva, individualista pero solidaria. Todo a la vez.
Una dualidad que explica, tal vez, la mirada implacable que los argentinos tienen de sí mismos mientras, desde afuera, se los califica de ególatras y autosuficientes. En el país del diván, los psicoanalistas se encuentran con una sociedad que puede ser definida también en términos clínicos: "neurótica y bipolar".
Sería deseable que hubiera discusión, pero no… es un bicentenario con mucha bambolla pero poca sustancia.
Hilda Sábato, investigadora de CONICET.
"Los argentinos tenemos dificultades para enorgullecernos de las cosas buenas y, a la vez, para revisar aquello de lo que deberíamos avergonzarnos. Eso indica trastornos de autoestima, una problemática narcisista", le explica a BBC Mundo la psiquiatra Graciela Peyrú, directora de la Fundación para la Salud Mental.
"Argentina es ciclotímica. Las reacciones son siempre duales: tenemos miradas muy críticas sobre nosotros mismos, hasta que se habla de cómo nos ve el mundo y ahí surge cierto patriotismo: ‘no nos reconocen, no nos tienen en cuenta’", coincide el sociólogo Luis García Fanlo, profesor de "Sociología de la argentinidad" en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Vea: clic Dos siglos, en historietas
Capital versus provincias
Las dificultades que acarrea toda generalización se agravan, en este caso, por la estructura centralista del país: muchas conclusiones sobre cómo son los argentinos se basan, en realidad, en actitudes y opiniones de los porteños, que distan de las de los habitantes de las otras 23 provincias.

La gran "Patria Argentina", en una estatua callejera
"Las características de los argentinos de Buenos Aires, que se generalizan al resto, están marcadas por la vida del puerto. Históricamente, ellos eran quienes debían enfrentar los peligros, y no es lo mismo estar en el fondo de la casa que en la puerta", compara Aníbal Villa Segura, investigador de la Federación Psicoanalítica de América Latina.
La división entre ciudad y campo, capital y provincia, los porteños y "los del interior" ha marcado el discurso de la argentinidad.
De hecho, muchos historiadores destacan que la Revolución de Mayo estuvo lejos de esbozar un concepto de nación tal como se entiende hoy: fue un movimiento esencialmente capitalino, que recién adquirió cierto tinte federalista en 1816, con el congreso que declaró formalmente la independencia desde la provincia norteña de Tucumán.
"Así debemos ser"
Tampoco la idea de "argentinidad", entendida como el proceso de formación de una identidad compartida, está exenta de problemas.
Paradójicamente, la 'argentinidad' fue impuesta a los argentinos y, en ese sentido, que sea confusa o se haya diluido no sería preocupante. Lo preocupante es que no haya algo que la reemplace, con lo cual crecen las tendencias a la disgregación.
Fabio Wasserman, historiador de UBA.
Según los expertos, no se trata de un sentimiento nacido del proceso independentista, sino propio de fines del siglo XIX, cuando Argentina recibió una masiva oleada inmigratoria desde Europa y los gobiernos liberales de entonces establecieron políticas para amalgamar a los habitantes.
Se impuso así el castellano como lengua obligatoria, se diseñaron programas para enseñar historia y geografía en las escuelas y se desplegó una "parafernalia patriótica".
"Entonces se inventaron los próceres, los símbolos y los ritos como izar la bandera o cantar el himno, para unir bajo esos signos a gente con tradiciones muy distintas", detalla Sábato.
Pero esta operación cultural incuestionable en 1880 comenzó a plantear problemas en el siglo siguiente. Las posiciones historiográficas actuales destacan que, en ese proceso, se acallaron las voces de aquellos que poblaban el territorio antes de la conquista.

Se afima que Argentina llega a su bicentenario en un estado de "crispación" social.
"Paradójicamente, la 'argentinidad' fue impuesta a los argentinos y, en ese sentido, que sea confusa o se haya diluido no sería preocupante. Lo preocupante es que no haya algo que la reemplace, con lo cual crecen las tendencias a la disgregación", señala a BBC Mundo Fabio Wasserman, historiador de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Los analistas observan hoy una nota positiva que, a la vez, hace más compleja la pregunta de "cómo somos": la incorporación de otras identidades "parciales". Signo de ello serían los desfiles de colectividades extranjeras (paraguayos, bolivianos, peruanos y otros inmigrantes recientes) y de los pueblos originarios, como parte de los eventos del bicentenario.
Polarización
Pero no todos son avances. La sociedad argentina llega a las celebraciones en un estado de "crispación", un término deslizado por el gobierno de Cristina Fernández para reflejar los múltiples enfrentamientos que se registran en la vida sociopolítica del país.
Rencillas y acusaciones cruzadas que se manifestaron incluso en la asistencia a los festejos: allí donde fue la presidenta, se ausentaron sus contrincantes políticos, y viceversa.

Los analistas conciben la Argentina de hoy como el espacio opuesto a un diálogo.
Según analistas y ciudadanos, el estado de ánimo está en las antípodas del que sería necesario para crear un espacio de diálogo sobre la Argentina del futuro.
"Sería deseable que hubiera discusión, pero no… Es un bicentenario con mucha bambolla pero poca sustancia", afirma Sábato.
Fanlo coincide: "La argentinidad está ahora asociada al espectáculo y al fútbol… seguramente habrá más pasión en el Mundial que en el bicentenario, pero la cuestión sigue girando después de 200 años: cómo somos es una pregunta que nos seguimos haciendo los mismos argentinos".

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