viernes, 9 de abril de 2010

Un orgullo de la "Diaspora Cubana".

Cubano le da gran impulso a los community colleges en EEUU
MIAMI -- Eduardo Padrón se sentó frente a su consejera de la escuela secundaria, listo para hablar de su futuro y cumplir la promesa que le había hecho a su madre al subirse a un avión e irse de Cuba.

La consejera le dijo que no estaba preparado para ir a la universidad. Que mejor estudiase algún oficio.
"Cuando me dijo eso, escuché la voz de mi madre que me decía 'no, tu vas a la universidad, puedes aspirar a mucho más'", recuerda Padrón.
Desoyendo a su consejera, se postuló en varias universidades y fue aceptado solo por una: el community college de Miami, un tipo de institución de enseñanza superior que ofrece carreras de dos años. Luego el estudiante puede completar el ciclo universitario básico de cuatro años.
"Adoro este lugar", declaró Padrón sentado detrás de su escritorio en el Miami Dade College, donde hoy se desempeña como su presidente, "porque sé que esta institución me cambió la vida".
Padrón -un hombre de modales gentiles, determinado, con aspecto de profesor erudito- es uno de los grandes defensores de los más de 1.000 community colleges que hay en el país.
Su entusiasmo es compartido por Barack Obama, quien también opina que esas instituciones desempeñan un papel importante. El Congreso acaba de aprobar otros 2.000 millones de dólares para esas universidades básicas como parte de un proyecto educativo que fue adosado a la reforma al plan de salud adoptada el mes pasado.
Los impulsores del proyecto analizarán de cerca los programas del Miami Dade College y el desempeño de Padrón, quien transformó a la institución en una de las más grandes del país, en la que se gradúan más negros e hispanos que en ningún otro centro educativo pública.
"Lo que ha hecho Eduardo es una demostración maravillosa de que el acceso libre y una educación de alta calidad pueden convivir tranquilamente en las instituciones educativas universitarias de Estados Unidos", afirmó Molly Corbett Broad, presidenta del Consejo Nacional Educativo (American Council on Education).
Padrón ha desarrollado una estrecha relación con la Casa Blanca en el último año. Habla permanentemente con los principales funcionarios educativos y la revista Time lo incluyó entre los diez mejores presidentes de universidades del país. Es el único presidente de un community college en esa lista.
Padrón ha recorrido un largo camino desde que dejó Cuba con una valija llena de ropa y llegó a un país del que no sabía nada.
Padrón confiesa que sus primeras experiencias con las escuelas públicas de Estados Unidos fueron "aterradoras".
"No entendía una palabra y todo me resultaba desconocido", relata.
En Cuba, su familia había vivido en barrios de clase media en Santiago y La Habana. Su padre trabajaba para una firma farmacéutica británica y su madre se dedicaba a las tareas del hogar. Ninguno de los dos tenía demasiada educación formal.
A los dos les preocupó el rumbo que tomó la revolución castrista luego de la euforia inicial y optaron por enviar a Eduardo, quien por entonces tenía 15 años, y a su hermano de 12 años a Estados Unidos junto con miles de niños como parte de lo que se conoció como la Operación Pedro Pan.
La madre le hizo prometer que, "fuese como fuese, iría a la universidad, por más que no pudiese comer un día o dos", recuerda Padrón.
El día de la partida trató de mantener la compostura para que su hermano no lo viese flaquear. No pudo.
"Me di vuelta para que no me viese llorar", cuenta.
Fueron a vivir con una amiga de la familia en un departamento de un dormitorio y Padrón se anotó en una escuela secundaria.
Los primeros días estuvieron llenos de situaciones turbulentas, que podrían haber descarrilado a Padrón. "Los profesores y los alumnos te hablan y no entiendes lo que te dicen. No podía comunicarme. No entendía las tareas que nos daban. A esa edad, en un medio extraño, todo eso puede asustarte mucho".
Tenía tres trabajos, repartiendo diarios, haciendo el inventario de una tienda por departamentos y separando ropa en una lavandería. Con el poco dinero que ganaba, le compró una tarjeta de agradecimiento a una profesora que lo había ayudado.
Al abrir la tarjeta, la profesora se rió. Y los estudiantes a su alrededor también.
Es que se había confundido. Pensó que "Simpathy" en inglés equivalía a "simpatía" o amistad en español, sin darse cuenta de que en realidad quiere decir "pésame" o "condolencias".
"Me dolió", admite. "No sabía por qué se reían".
Desde entonces, a Padrón le asustaba escribir o decir algo en la clase.
"Estaba callado todo el día".
Cuando se enroló en el Miami Dade College, había un único campus y unos 5.000 estudiantes. La mayoría eran de familias humildes que no podían pagar universidades estatales o privadas.
Padrón se levantaba a las cuatro y media de la mañana y tomaba tres autobuses para ir a la escuela, o compartía un auto con varios estudiantes, "como si fuese una lata de sardinas", y cada uno aportaba algo.
Después de las clases se iba a trabajar.
Si el tener que trabajar, estudiar y cuidar de su hermano menor lo angustiaba, nadie se dio cuenta. Frank Cobo, un líder estudiantil, recuerda que Padrón siempre lucía corbata y transmitía una imagen de persona estudiosa pero jovial.
"Era alguien a quien se le podía contar un chiste", manifestó.
Padrón dice que en el community college fue "donde gané confianza, donde sentí que este era mi lugar".
Encontró un grupo de estudiantes que tenían historias parecidas y también profesores muy dedicados. Recuerda que una vez tuvo que tomar una clase nocturna y que un docente se ofreció a llevarlo a su casa en automóvil, a pesar de que vivía a 16 kilómetros (10 millas).
Su carrera académica floreció y terminó sacando un doctorado de la Universidad de la Florida en 1970.
Al graduarse, Padrón aceptó un trabajo con DuPont, firma de productos científicos que era por entonces la corporación más grande del mundo. Antes de viajar a Delaware, visitó a sus viejos profesores en el Miami Dade College.
"¿Vas a unirte al monstruo corporativo?", le preguntaron los profesores.
Pensó en el college y en Miami, la ciudad donde compró su primera camisa. Donde vio su primera película. Donde disfrutó de su primer sundae de chocolate. Y decidió quedarse.
"Eduardo es como un tipo suave encerrado en un puño de acero", comentó Carrie Meek, ex legisladora que le dio a Padrón su primer puesto en el college y ha trabajado con él desde entonces. "Puede ser muy agradable y apacible, y también muy firme cuando está el college de por medio.
Uno de los grandes objetivos de Padrón es darle la oportunidad de estudiar a tanta gente como sea posible.
"Lamentablemente, la mayoría de las universidades piensan que su prestigio no depende de cuánta gente admiten, sino de cuánta gente rechazan", dice Padrón.
El Miami Dade College es uno de los colegios de pregrado más grandes del país, superado solo por la Universidad de Phoenix, institución con fines de lucro, con varios campus y un curso online. Más de 170.000 estudiantes cursan estudios en ocho campuses y entre los alumnos que pasaron por sus aulas figuran los actores Sylvester Stallone y Andy García, y prominentes empresarios.
"Lo que hizo con el Miami Dade College ha cambiado la vida de miles de personas", afirma Ralph de la Vega, un ex alumno, hoy presidente y director ejecutivo de AT&T Mobility and Consumer Markets.
Concede más diplomas para carreras de dos años que ninguna otra escuela del país y también empezó a dar títulos de bachiller, que se entregan tras completar el ciclo básico de cuatro años. Padrón, no obstante, insiste en que "somos básicamente un community college".
También se le reconoce haber ayudado mucho a la ciudad de Miami, financiando y albergando la Feria Internacional del Libro de la ciudad, que es la más grande del país, y un festival de cine anual. Un estudio del 2003 indicó que el college tenía un impacto económico de 1.600 millones de dólares anuales en la comunidad.
Alberto Ibarguen, director ejecutivo de la Knight Foundation y ex director del Miami Herald, dijo que Padrón "tiene un enfoque práctico del que muchos otros educadores adolecen".
Su trabajo ha llamado la atención en las más altas esferas.
"El presidente Obama ha dicho que necesitamos mejorar el nivel educativo en el país", expresó George Boggs, presidente de la Asociación Nacional de Community Colleges. "Vamos a analizar lo que está haciendo el Miami Dade y a ver cómo mejoraron sus tasas de graduación".
Las matrículas de las universidades son cada vez más costosas y están fuera del alcance de mucha gente, que busca refugio en los community colleges. A menudo las escuelas secundarias no han preparado a sus estudiantes para el nivel terciario y éstos deben tomar clases de recuperación.
Se calcula que a nivel nacional, entre el 30% y el 40% de los estudiantes que ingresan a la universidad deben tomar esas clases.
"No hay nada más triste que ver a un chico que viene a ver a un consejero con sus padres, toma un examen para evaluar su nivel de conocimientos y, al ver los resultados, el consejero le dice que tiene que tomar clases de recuperación en redacción, lectura y matemáticas", dice Padrón.
"Los padres se ponen a llorar", agrega. "Los chicos dicen que no van a hacerlo y desisten de ir a la universidad".
Padrón dice que usa las mismas técnicas que lo ayudaron a él.
"Vienen convencidos de que aquí no les va a pasar nada bueno", afirma. "Dudan de sus posibilidades. Nuestra misión es hacerles cambiar esa actitud".
Andley Marcellus, estudiante de enfermería de 22 años, dice que en el college encontró "mucha diversidad".
Marcellus vino de Haití hace nueve años y se anotó en el Miami Dade por los bajos costos y la generosa ayuda financiera. Estudia y trabaja en un restaurante.
Sostiene que Padrón "abrió muchas puertas" para gente como él.
Cerca suyo, Iliana Alfonso, de 18 años, hablaba con una amiga de Matanzas, Cuba, de donde vienen ambas. Alfonso inmigró hace tres años y está tomando clases de inglés. Se propone estudiar medicina. El college "es mi futuro", afirma.
Las historias de Marcellus, Alfonso y tantos otros se parecen mucho a la de Padrón.
"Con la herencia que tengo, con mi acento, tenía que esforzarme el triple para estar a la altura de los demás", dice Padrón. "Lamentablemente, se cree que la gente que no es como la mayoría no está tan preparada".
"Pero lo que aprendí es que, si uno se esfuerza, puede competir", agrega.

Read more: http://www.elnuevoherald.com/2010/04/09/v-fullstory/692983/cubano-le-da-gran-impulso-a-los.html#ixzz0kea9wrsP

No hay comentarios.:

Publicar un comentario