Despidos y despedidas
Yoani Sanchez
Era abogada en una empresa de Camagüey, hasta que el día de los Reyes magos le entregaron no un regalo sino el acta de su despido. Descorazonada, se llevó a casa el vaso plástico con el que tomaba agua en el trabajo y aquella planta de hojas pequeñas que adornaba su buró. En un primer momento, no supo cómo contarle al marido que ya no tenía empleo, ni siquiera llamó a sus padres para decirles que a su “niña” la habían dejado fuera con el nuevo reordenamiento laboral. Soportó y calló mientras comía en la noche y el noticiero nacional hablaba con optimismo sobre el nuevo camino para lograr la eficiencia. Sólo acostada y en la penumbra de la habitación, le explicó a él que no pusiera el reloj despertador, porque al otro día no tendría que levantarse temprano. Su nueva vida, sin trabajo, había comenzado.
Después de recortar la plantilla, el administrador de aquel centro camagüeyano contrató los servicios de un bufete colectivo para que lleve los temas legales. Si antes la solícita abogada se ocupaba de todo el papeleo jurídico por sólo 500 pesos mensuales (menos de 25 USD), ahora la empresa debe abonar unos 2 000 pesos para recibir la asistencia desde una institución externa. La aritmética atormenta a la jurista desempleada, pues ni siquiera le queda el consuelo de que su despido sirvió para hacer más rentable la empresa. Para colmo, los empleados más confiables políticamente o más cercanos en amistad al director se quedaron en sus puestos. Lograron salir airosos declarando sus ineficaces plazas de burócratas como si en realidad estuvieran directamente vinculadas a la producción. De ahí que el secretario general del PCC aparezca ahora –ante los ojos de los posibles inspectores– como si fuera tornero, cuando todos saben que vegeta detrás de una mesa llena de documentos atrasados y amarillentos.
Sin embargo, lo que más angustia a esta mujer que ha caído en el paro no es el futuro de su empleador estatal, sino el rumbo que su vida personal tomará. Nunca ha hecho otra cosa que llenar actas, componer contratos, enmendar declaraciones. Sus diecisiete años de vida profesional los apostó a trabajar para ese patrón gubernamental que hoy la ha dejado en la calle. No sabe nada de peluquería, ni de las artes de una manicura como para abrir su propio salón de belleza; apenas si ha aprendido a manejar una computadora y no habla ningún otro idioma. Tampoco tiene un capital inicial para abrir una cafetería o invertir en la crianza de cerdos; lo único que se le da bien es analizar decretos de leyes, encontrar los intersticios en los artículos jurídicos. En el caso de ella, el despido es la despedida de su vida laboral, el regreso al fogón, la dependencia al hombre que todavía conserva su empleo; es el silencio perenne de aquel reloj que antes sonaba a las seis de la mañana.
martes, 18 de enero de 2011
Una historia de Tabaco.
Las manos se mueven seguras, veloces, apenas tienen 30 segundos para colocar en la parte inferior de la mesa los tabacos que irán hacia el mercado negro.
Dos cámaras panean el salón donde las olorosas hojas se enrollan y terminan en cajas con el nombre de Cohiba, Partagás, H. Upmann. Cada ojo de vidrio gira 180 grados, dejando –por muy breve tiempo– una zona ciega, una estrecha franja de torcedores sin vigilancia. Buen momento para poner fuera de las vista de los supervisores aquel lancero o ese robusto, que después será vendido al margen del mercado oficial. Otro empleado se encarga de pagar a los custodios para lograr sacarlo del recinto y en veinticuatro horas su fuerte aroma ya estará en las calles.
Cuando mis estudiantes de español me preguntan sobre la calidad de los tabacos que se venden “por fuera”, bromeo diciéndoles que en el interior de dichas cajas bien podrían encontrarse el periódico Granma enrollado. Sin embargo, también sé que una buena parte de esa oferta clandestina es sacada de los mismos lugares institucionales donde se confeccionan los que se exhiben en las tiendas legales. Tres de cada cinco habaneros, en caso de ser interpelados, se vanagloriarán de conocer a un verdadero torcedor que consigue puros auténticos y frescos. El negocio de la nicotina involucra a miles de personas en esta ciudad y genera una red de corrupción y ganancias de incalculable tamaño. Su reto es que el producto final se parezca al que comercia el Estado, pero cueste tres o cuatro veces menos.
Entre las proposiciones más comunes que reciben aquí los turistas se escuchan aquellas de “¡Mister, cigars!”, “¡Lady, habanos!”que les lanzan en cada esquina. Al menos, no resulta tan chocante como cuando el proxeneta les susurra un catálogo que incluye “Chicas, Chicos, Chicas con Chicos”. Así la secuencia que comienza en la fábrica, en esos 30 segundos en que el lente de la cámara mira hacia otro lado, termina en un extranjero pagando por veinticinco tabacos lo que de otra manera sólo le alcanzaría para comprarse un par. Todos salen felices: el torcedor, el custodio, el vendedor ilegal y … ¿el estado? bueno… ¿a quién le importa?
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domingo, 16 de enero de 2011
Memorias de La Habana.
En el Ten Cent de Galiano y San Rafael de la Habana, aqu aprendimos a comer los batidos de chocolate y los Banana Splits......
Me recuerdo las tostadoras de pan que eran unas esteras que daban vueltas tostando el pan todo el tiempo.
Los sandwiches de egg salad, etc. Increible que solo mirar un viejo menu pone a funcionar la memoria de un cubano.
Saludos,
PLP
Me recuerdo las tostadoras de pan que eran unas esteras que daban vueltas tostando el pan todo el tiempo.
Los sandwiches de egg salad, etc. Increible que solo mirar un viejo menu pone a funcionar la memoria de un cubano.
Saludos,
PLP
sábado, 15 de enero de 2011
RECUENTO DE OTRO SACRIFICIO.
Un balance necesario
Fernando Ravsberg 2011-01-06, 10:48
Hacer una síntesis de lo acontecido en Cuba en el 2010 no es una tarea fácil, son tantas cosas que la realidad resulta inabarcable en un solo post. Trataré de separar la paja del trigo, los hechos del discurso y los deseos de los resultados.
Siguiendo esa línea tal vez lo más destacado sea el tema de los Derechos Humanos. Empezamos el año con la disidencia concentrada en el tema de los presos políticos y la muerte de uno de ellos en una huelga de hambre.
Inmediatamente después se inicia otra huelga reclamando la liberación de 26 presos enfermos. Raúl Castro da un viraje total, dialoga con la Iglesia Católica y acepta liberar a los 52 prisioneros de conciencia condenados en el 2003.
No solo duplica el número de excarcelaciones solicitado por la disidencia sino que lo amplía a todos los presos políticos y así abandonan las prisiones otros reclusos que también cumplían condenas por acciones pacíficas.
Incluso los violentos fueron beneficiados, se conmutó la pena de muerte a todos los condenados y los tribunales ni siquiera pidieron "paredón" para Francisco Chávez, el salvadoreño que reclutaba mercenarios para dinamitar objetivos civiles en Cuba.
Mientras, la economía cambiaba de forma radical, comienza el despido de 500 mil empleados públicos y la apertura del trabajo por cuenta propia. Un proceso que, en 5 años, se extenderá hasta abarcar a 1.8 millones de trabajadores.
Esta medida, junto al fin de las gratuidades y subvenciones, transformará la sociedad. El hecho de que los cubanos reduzcan su dependencia del Estado, podría ser el primer paso hacia el nacimiento de un ciudadano más autónomo.
Los peluqueros dejaron de ser empleados estatales, haciéndose cargo del negocio en forma de cooperativas y se creó la primera empresa de taxis en la que los choferes alquilan los vehículos y los trabajan según su propio criterio.
Desaparecen más prohibiciones, se autorizó a la población a construir sus viviendas, ampliarlas y repararlas. Así mismo se anuncia que permitirán la compra-venta de casas y automóviles, medidas largamente reclamadas por los cubanos.
Los cambios macroeconómicos comienzan a mostrar resultados, la economía crece y también crecen las exportaciones, aumenta la productividad, se ahorran decenas de millones de dólares en combustible y se reduce el mercado negro.
En la agricultura los campesinos logran poner a producir la mitad de las tierras que se les entregó y lo hacen a pesar de que el Estado no les dio los créditos prometidos ni les vendió las herramientas e insumos necesarios para trabajar.
Los guajiros cortaron el marabú a machete, compraron el alambre de cercar a precio de mercado negro y vieron como se siguen destruyendo sus cosechas en los infinitos traslados organizados por Acopio, el sistema estatal de distribución.
Al campesino más no se le puede pedir si le atan las manos con "Resoluciones y Regulaciones" del Ministerio de la Agricultura, fríamente pensadas en las oficinas climatizadas del enorme edificio que ocupa, muy cerca de la sede del gobierno y demasiado lejos de los campos.
Los "mecanismos" burocráticos que allí crean o avalan impiden a los campesinos comprar vehículos, tractores o sistemas de riego. Ni siquiera es muy legal montar una fabriquita de conservas para salvar las cosechas que Acopio abandona en los caminos.
Así que en el 2011 seguiremos comiendo, como los ricos, alimentos importados. Por suerte el gobierno cambió sus relaciones con el Tercer Mundo, transformando la desinteresada solidaridad cubana en un intercambio Sur-Sur, beneficioso para ambas partes.
El crecimiento de las exportaciones tiene que ver con las decenas de miles de especialistas -médicos, enfermeros, ingenieros, arquitectos, agrónomos, técnicos deportivos- que trabajan en los 5 continentes y representan ya el mayor ingreso económico del país.
La diversificación del comercio internacional multiplicó opciones y surgieron incluso inversiones cubanas: un lujoso hotel en China, varios laboratorios en África, una empresa hidráulica en el desierto, la fábrica de helados "Coppelia" en Angola y hospitales por doquier.
Pero el cubano de a pie no acaba de creerse que esta vez los cambios sean de verdad, profundos y sobre todo irreversibles. Será por eso que la gente transitó el 2010 sin grandes cambios de mentalidad y mucho menos de actitud.
Y es lógico que piensen así los cientos de miles que serán despedidos. Ahora para trabajar por su cuenta les cobran licencia e impuestos desde el primer día, tal y como si los US$17 al mes que les pagaba el Estado hubiera sido suficiente para acumular capital.
Durante los debates sobre la reforma económica, muchos cubanos consideraron que lo más prudente era callar. A pesar de los llamados del presidente pidiendo franqueza, pocos perciben que desde el poder se aprecie el valor de la crítica ciudadana.
En mi barrio tampoco han cambiado las cosas, el carnicero se robó el pollo de mis vecinos y lo revendió en el mercado negro y un poco más lejos un bodeguero hizo lo mismo con los frijoles. Sin embargo, absolutamente nadie reaccionó.
Pero seamos optimistas y apostemos a que en el 2011 -en la taquilla de la terminal de trenes, en la reunión de la cooperativa o en la cola de la panadería de mi barrio- aparecerá una Rosa Parks que con un simple "no" pondrá todo en su lugar.
Fernando Ravsberg 2011-01-06, 10:48
Hacer una síntesis de lo acontecido en Cuba en el 2010 no es una tarea fácil, son tantas cosas que la realidad resulta inabarcable en un solo post. Trataré de separar la paja del trigo, los hechos del discurso y los deseos de los resultados.
Siguiendo esa línea tal vez lo más destacado sea el tema de los Derechos Humanos. Empezamos el año con la disidencia concentrada en el tema de los presos políticos y la muerte de uno de ellos en una huelga de hambre.
Inmediatamente después se inicia otra huelga reclamando la liberación de 26 presos enfermos. Raúl Castro da un viraje total, dialoga con la Iglesia Católica y acepta liberar a los 52 prisioneros de conciencia condenados en el 2003.
No solo duplica el número de excarcelaciones solicitado por la disidencia sino que lo amplía a todos los presos políticos y así abandonan las prisiones otros reclusos que también cumplían condenas por acciones pacíficas.
Incluso los violentos fueron beneficiados, se conmutó la pena de muerte a todos los condenados y los tribunales ni siquiera pidieron "paredón" para Francisco Chávez, el salvadoreño que reclutaba mercenarios para dinamitar objetivos civiles en Cuba.
Mientras, la economía cambiaba de forma radical, comienza el despido de 500 mil empleados públicos y la apertura del trabajo por cuenta propia. Un proceso que, en 5 años, se extenderá hasta abarcar a 1.8 millones de trabajadores.
Esta medida, junto al fin de las gratuidades y subvenciones, transformará la sociedad. El hecho de que los cubanos reduzcan su dependencia del Estado, podría ser el primer paso hacia el nacimiento de un ciudadano más autónomo.
Los peluqueros dejaron de ser empleados estatales, haciéndose cargo del negocio en forma de cooperativas y se creó la primera empresa de taxis en la que los choferes alquilan los vehículos y los trabajan según su propio criterio.
Desaparecen más prohibiciones, se autorizó a la población a construir sus viviendas, ampliarlas y repararlas. Así mismo se anuncia que permitirán la compra-venta de casas y automóviles, medidas largamente reclamadas por los cubanos.
Los cambios macroeconómicos comienzan a mostrar resultados, la economía crece y también crecen las exportaciones, aumenta la productividad, se ahorran decenas de millones de dólares en combustible y se reduce el mercado negro.
En la agricultura los campesinos logran poner a producir la mitad de las tierras que se les entregó y lo hacen a pesar de que el Estado no les dio los créditos prometidos ni les vendió las herramientas e insumos necesarios para trabajar.
Los guajiros cortaron el marabú a machete, compraron el alambre de cercar a precio de mercado negro y vieron como se siguen destruyendo sus cosechas en los infinitos traslados organizados por Acopio, el sistema estatal de distribución.
Al campesino más no se le puede pedir si le atan las manos con "Resoluciones y Regulaciones" del Ministerio de la Agricultura, fríamente pensadas en las oficinas climatizadas del enorme edificio que ocupa, muy cerca de la sede del gobierno y demasiado lejos de los campos.
Los "mecanismos" burocráticos que allí crean o avalan impiden a los campesinos comprar vehículos, tractores o sistemas de riego. Ni siquiera es muy legal montar una fabriquita de conservas para salvar las cosechas que Acopio abandona en los caminos.
Así que en el 2011 seguiremos comiendo, como los ricos, alimentos importados. Por suerte el gobierno cambió sus relaciones con el Tercer Mundo, transformando la desinteresada solidaridad cubana en un intercambio Sur-Sur, beneficioso para ambas partes.
El crecimiento de las exportaciones tiene que ver con las decenas de miles de especialistas -médicos, enfermeros, ingenieros, arquitectos, agrónomos, técnicos deportivos- que trabajan en los 5 continentes y representan ya el mayor ingreso económico del país.
La diversificación del comercio internacional multiplicó opciones y surgieron incluso inversiones cubanas: un lujoso hotel en China, varios laboratorios en África, una empresa hidráulica en el desierto, la fábrica de helados "Coppelia" en Angola y hospitales por doquier.
Pero el cubano de a pie no acaba de creerse que esta vez los cambios sean de verdad, profundos y sobre todo irreversibles. Será por eso que la gente transitó el 2010 sin grandes cambios de mentalidad y mucho menos de actitud.
Y es lógico que piensen así los cientos de miles que serán despedidos. Ahora para trabajar por su cuenta les cobran licencia e impuestos desde el primer día, tal y como si los US$17 al mes que les pagaba el Estado hubiera sido suficiente para acumular capital.
Durante los debates sobre la reforma económica, muchos cubanos consideraron que lo más prudente era callar. A pesar de los llamados del presidente pidiendo franqueza, pocos perciben que desde el poder se aprecie el valor de la crítica ciudadana.
En mi barrio tampoco han cambiado las cosas, el carnicero se robó el pollo de mis vecinos y lo revendió en el mercado negro y un poco más lejos un bodeguero hizo lo mismo con los frijoles. Sin embargo, absolutamente nadie reaccionó.
Pero seamos optimistas y apostemos a que en el 2011 -en la taquilla de la terminal de trenes, en la reunión de la cooperativa o en la cola de la panadería de mi barrio- aparecerá una Rosa Parks que con un simple "no" pondrá todo en su lugar.
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CRIMEN COMUNISTA SIN RESPUESTA
"... las verdades que se callan..."
Nelly López es una madre destruida por la muerte de su hijo, Fernando Comas, paciente del hospital psiquiátrico de La Habana. Lleva un año esperando una explicación oficial pero solo recibe los más espantosos rumores.
Con la voz entrecortada por el llanto nos cuenta que vive en la incertidumbre, dice que ha preguntado a todos pero nadie le da una respuesta sobre la muerte de ese hijo, enfermo mental desde niño y "que era lo que más quería".
Busca la verdad por cruel que sea y es deber de las autoridades informarle sobre el crimen y las medidas legales tomadas contra los asesinos. Sin embargo, tiene ya 78 años y lo más probable es que muera con la duda clavada en el pecho.
Los familiares de las víctimas son los que más derecho tienen, pero no son los únicos que exigen una explicación. En el blog de la Joven Cuba, escrito en la universidad de Matanzas, califican este asunto como una deuda pendiente del gobierno con la ciudadanía.
Se trata de jóvenes revolucionarios que reclaman públicamente "explicarle al pueblo (a medida que avancen las investigaciones) lo ocurrido en el hospital psiquiátrico de Mazorra y las medidas que han tomado con los responsables".
Incluso el periodista y agente de la Seguridad del Estado de Cuba, David Orrio, conminó a los medios nacionales a investigar el caso. Hace un año expresó su "sospecha fundada" por algunas contradicciones que aún no han sido aclaradas.
Evidentemente no es una campaña de la "mafia de Miami", del "imperialismo" o de las "multinacionales de prensa". No, es un reclamo de todos los cubanos que conozco, sin excepción y en primer lugar de los familiares de la victimas.
Me han pedido que no utilice la palabra "crimen" pero no se me ocurre otra que defina mejor la acción de matar de hambre y frío a enfermos mentales para robarles. Es un acto tan cruel que nadie debería beneficiarlo con palabras atenuantes.
Se trata de más de 30 cubanos asesinados por especuladores sin alma, pero lo más grave es que ocurrió bajo la mirada de los vecinos del barrio, del personal médico, de los líderes sindicales y de los militantes del partido y la juventud comunistas.
Por eso a muchos ciudadanos no les basta con que vayan a prisión los principales responsables. Creen que la forma de evitar que algo así se repita es mediante un análisis profundo del que se haga participe a toda la sociedad.
Algo de razón llevan porque la justicia más eficaz es la preventiva, la que genera conciencia en la ciudadanía y temor en los potenciales delincuentes, algo que solo se logra cuando las sanciones -legales y morales- son del conocimiento público.
Sin embargo, hasta ahora solo hay rumores contradictorios. Sobre el principal implicado, por ejemplo, unos dicen que fue condenado a 10 años de prisión, mientras otros aseguran haberlo visto en el noticiero de la TV abordando un avión para Venezuela.
Al cumplirse un año del cruel suceso y tratando de obtener una versión oficial de las autoridades sobre el desarrollo de las investigaciones y las medidas legales adoptadas, solicité entrevistas con los ministerios de Salud Pública y de Justicia.
Nunca nos respondieron pero dirigentes políticos municipales visitaron a algunos familiares de los muertos y a sus vecinos para "orientarles" que no nos den más entrevistas porque somos "contrarrevolucionarios" interesados en difamar a Cuba.
No tuvieron mucho éxito, los ciudadanos -incluso un miembro del PCC- volvieron a hablar con nosotros aunque esta vez de forma anónima. Denunciaron las presiones, ratificaron que siguen sin información y nos pidieron que continuáramos escribiendo sobre el crimen.
Es que en este caso el "secretismo" tiene muy pocos partidarios. El hecho de que incluso los revolucionarios cubanos pidan públicamente una mayor trasparencia, es un buen termómetro para medir el costo político que se está pagando por el silencio.
Al parecer se empieza a cumplir la sentencia del filósofo Friedrich Nietzsche en la que nos advertía que "todas las verdades que se callan se vuelven venenosas".
Nelly López es una madre destruida por la muerte de su hijo, Fernando Comas, paciente del hospital psiquiátrico de La Habana. Lleva un año esperando una explicación oficial pero solo recibe los más espantosos rumores.
Con la voz entrecortada por el llanto nos cuenta que vive en la incertidumbre, dice que ha preguntado a todos pero nadie le da una respuesta sobre la muerte de ese hijo, enfermo mental desde niño y "que era lo que más quería".
Busca la verdad por cruel que sea y es deber de las autoridades informarle sobre el crimen y las medidas legales tomadas contra los asesinos. Sin embargo, tiene ya 78 años y lo más probable es que muera con la duda clavada en el pecho.
Los familiares de las víctimas son los que más derecho tienen, pero no son los únicos que exigen una explicación. En el blog de la Joven Cuba, escrito en la universidad de Matanzas, califican este asunto como una deuda pendiente del gobierno con la ciudadanía.
Se trata de jóvenes revolucionarios que reclaman públicamente "explicarle al pueblo (a medida que avancen las investigaciones) lo ocurrido en el hospital psiquiátrico de Mazorra y las medidas que han tomado con los responsables".
Incluso el periodista y agente de la Seguridad del Estado de Cuba, David Orrio, conminó a los medios nacionales a investigar el caso. Hace un año expresó su "sospecha fundada" por algunas contradicciones que aún no han sido aclaradas.
Evidentemente no es una campaña de la "mafia de Miami", del "imperialismo" o de las "multinacionales de prensa". No, es un reclamo de todos los cubanos que conozco, sin excepción y en primer lugar de los familiares de la victimas.
Me han pedido que no utilice la palabra "crimen" pero no se me ocurre otra que defina mejor la acción de matar de hambre y frío a enfermos mentales para robarles. Es un acto tan cruel que nadie debería beneficiarlo con palabras atenuantes.
Se trata de más de 30 cubanos asesinados por especuladores sin alma, pero lo más grave es que ocurrió bajo la mirada de los vecinos del barrio, del personal médico, de los líderes sindicales y de los militantes del partido y la juventud comunistas.
Por eso a muchos ciudadanos no les basta con que vayan a prisión los principales responsables. Creen que la forma de evitar que algo así se repita es mediante un análisis profundo del que se haga participe a toda la sociedad.
Algo de razón llevan porque la justicia más eficaz es la preventiva, la que genera conciencia en la ciudadanía y temor en los potenciales delincuentes, algo que solo se logra cuando las sanciones -legales y morales- son del conocimiento público.
Sin embargo, hasta ahora solo hay rumores contradictorios. Sobre el principal implicado, por ejemplo, unos dicen que fue condenado a 10 años de prisión, mientras otros aseguran haberlo visto en el noticiero de la TV abordando un avión para Venezuela.
Al cumplirse un año del cruel suceso y tratando de obtener una versión oficial de las autoridades sobre el desarrollo de las investigaciones y las medidas legales adoptadas, solicité entrevistas con los ministerios de Salud Pública y de Justicia.
Nunca nos respondieron pero dirigentes políticos municipales visitaron a algunos familiares de los muertos y a sus vecinos para "orientarles" que no nos den más entrevistas porque somos "contrarrevolucionarios" interesados en difamar a Cuba.
No tuvieron mucho éxito, los ciudadanos -incluso un miembro del PCC- volvieron a hablar con nosotros aunque esta vez de forma anónima. Denunciaron las presiones, ratificaron que siguen sin información y nos pidieron que continuáramos escribiendo sobre el crimen.
Es que en este caso el "secretismo" tiene muy pocos partidarios. El hecho de que incluso los revolucionarios cubanos pidan públicamente una mayor trasparencia, es un buen termómetro para medir el costo político que se está pagando por el silencio.
Al parecer se empieza a cumplir la sentencia del filósofo Friedrich Nietzsche en la que nos advertía que "todas las verdades que se callan se vuelven venenosas".
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